martes, 22 de febrero de 2011

EQUIDAD ESCOLAR




Cómo lograr una autoridad positiva?



Tener autoridad, que no autoritarismo, es básico para la educación de nuestro hijo. Debemos marcar límites y objetivos claros que le permitan diferenciar qué está bien y qué está mal, pero uno de los errores más frecuentes de padres y madres es excederse en la tolerancia. Y entonces empiezan los problemas. Hay que llegar a un equilibrio, ¿cómo conseguirlo para tener autoridad? 







Pablo Pascual Sorribas
Maestro, licenciado en Historia y logopeda. 





Todas estas recomendaciones pueden ser muy válidas para  tener autoridad positiva o totalmente ineficaz e incluso negativa. Todo depende de dos factores, que si son importantes en cualquier actuación humana, en la relación con los  hijos son absolutamente imprescindibles: amor y sentido común.  
El amor supone tomar decisiones que a veces son dolorosas, a corto plazo, para los padres y para los hijos, pero que después son valoradas de tal manera que dejan un buen sabor de boca y un bienestar interior en los hijos y en los padres.  
El sentido común para aplicar la técnica adecuada en el momento preciso y con la intensidad apropiada, en función del niño, del adulto y de la situación en concreto. El sentido común nos dice que no debemos matar moscas a cañonazos ni leones con resorteras.  Un adulto debe tener sentido común para saber si tiene delante una mosca o un león. Si en algún momento tiene dudas, debe buscar ayuda para tener las ideas claras antes de actuar. 

JULY



La influencia del ambiente familiar

El ambiente familiar influye de manera decisiva en nuestra personalidad. Las relaciones entre los miembros de la casa determinan valores, afectos, actitudes y modos de ser que el niño va asimilando desde que nace. Por eso, la vida en familia es un eficaz medio educativo al que debemos dedicar tiempo y esfuerzo. La escuela complementará la tarea, pero en ningún caso sustituirá a los padres. 


El ambiente familiar no es fruto de la casualidad ni de la suerte. Es consecuencia de las aportaciones de todos los que forman la familia y especialmente de los padres. Los que integran la familia crean el ambiente y pueden modificarlo y de la misma manera, el ambiente familiar debe tener la capacidad de modificar las conductas erróneas de nuestros hijos y de potenciar al máximo aquellas que se consideran correctas.

Para que el ambiente familiar pueda influir correctamente a los niños que viven en su seno, es fundamental que los siguientes elementos tengan una presencia importante y que puedan disfrutar del suficiente espacio:

  1. AMOR
  2. AUTORIDAD PARTICIPATIVA
  3. INTENCIÓN DE SERVICIO
  4. TRATO POSITIVO
  5. TIEMPO DE CONVIVENCIA          
José María Lahoz García
Pedagogo (Orientador escolar y profesional),
Profesor de Educación Primaria y de Psicología
y Pedagogía en Secundaria 

En otros terrenos, como es el de la influencia en el comportamiento agresivo, sí se da un cambio evolutivo. El control estricto sin explicación de las normas se asociaba durante los años preescolares con niño dóciles, no agresivos; este patrón continúa siendo así solo si se ve acompañado de niveles razonables de afecto, ya que, si esto no sucede, es decir, si junto a un comportamiento autoritario se da falta de afecto, comienzan a aparecer comportamientos antisociales; en concreto, el castigo, especialmente el castigo físico, encuentra una conexión particularmente acusada con la agresividad del niño, en cuanto que estos pueden ver en sus padres agresivos un modelo de comportamiento por imitar, siendo a veces frecuente que se manifiesten como dóciles en el contexto de la familia, pero agresivos en otros ambientes (en la escuela, con los iguales).



El ambiente familiar influye de manera decisiva en nuestra personalidad. Las relaciones entre los miembros de la casa determinan valores, afectos, actitudes y modos de ser que el niño va asimilando desde que nace.
JULY





¿Es mi hijo una persona insegura?

La seguridad en uno mismo no es una cualidad innata que poseen algunas personas. Más bien es una consecuencia del nivel de autoestima conseguido. ¿De qué factores depende la autoestima en un niño? ¿Cómo podemos los padres incrementar el nivel de autoestima de nuestros hijos?
La autoestima es el grado de complacencia que produce la propia persona a sí misma y se desarrolla cuando el niño se siente amado de forma incondicional, si nota que importa a otras personas y si comprueba que es capaz de hacer cosas que son apreciadas y valoradas por los demás. Los padres podemos ayudar a nuestros hijos a tener más seguridad y confianza y aumentar su grado de autoestima. Las estrategias básicas para desarrollar la autoestima en los niños son las siguientes:
  • Demostrar a nuestro hijo que le queremos, a pesar de sus defectos. Decírselo con palabras y con hechos, mostrando interés por las cosas que hace, dice y siente.
  • Decirle siempre las cosas que hace bien. No dar por supuesto que ya sabe que están bien, incluso decírselas antes que las que no hace tan bien. Que perciba siempre lo bueno y lo malo.
  • No exagerar los logros, no faltar a la verdad. Conviene mostrar los sentimientos que nos producen.
  • Detectar sus mejores habilidades y elogiarlas para que las cultive

Y tener en cuenta que:
  • La percepción que tienen los niños de las reacciones de sus padres no se alimenta exclusivamente de las palabras que dicen.
  • Se trata de que el niño se sienta valioso y querido, no del hecho objetivo de que tenga cualidades o habilidades sobresalientes o de que haya personas que le quieran.
  • Las reacciones de las personas que rodean al niño son más importantes que la posesión o ausencia de cualquier habilidad o defecto concreto.
  • Son las personas afectivamente más cercanas al niño, las que más pueden influir y potenciar el crecimiento de la autoestima.

José María Lahoz García
Pedagogo (Orientador escolar y profesional),
Profesor de Educación Primaria y de Psicología
y Pedagogía en Secundaria 


La imagen de sí mismo, que empieza a construirse durante la infancia, y el grado de complacencia que le produce esta imagen son dos realidades que se irán modificando a lo largo de toda la vida en función de las nuevas experiencias, de la propia conciencia y de las nuevas reacciones que tengan los demás hacia él. Los niños valoran todo porque se dan cuenta y sienten las actitudes que acompañan a las palabras, la sinceridad, honestidad de los sentimientos y toda la verdad que aparentemente ocultan.
JULY




¿Cómo lograr una autoridad positiva?

Tener autoridad, que no autoritarismo, es básico para la educación de nuestro hijo. Debemos marcar límites y objetivos claros que le permitan diferenciar qué está bien y qué está mal, pero uno de los errores más frecuentes de padres y madres es excederse en la tolerancia. Y entonces empiezan los problemas. Hay que llegar a un equilibrio, ¿cómo conseguirlo para tener autoridad?
La autoridad es un valor en alza que los padres conscientes deben procurar tener. Se consigue y se pierde en función de las actuaciones concretas en relación con los hijos.
La permisividad, ceder después de decir no, el autoritarismo, la falta de coherencia entre la pareja y con uno mismo, gritar, perder los estribos, no cumplir las promesas ni las amenazas, no negociar, no escuchar y exigir éxitos inmediatos son actuaciones que debilitan la autoridad.
Estos son los principales errores que, con más frecuencia, debilitan y disminuyen la autoridad de los padres:
  • La permisividad
  • Ceder después de decir no
  • El autoritarismo
  • Falta de coherencia
  • Gritar. Perder los estribos
  • No cumplir las promesas ni las amenazas
  • No negociar
  • No escuchar
  • Exigir éxitos inmediatos

Actuaciones concretas y positivas que ayudan a tener prestigio y autoridad positiva ante los hijos:
  • Tener unos objetivos claros de lo que pretendemos cuando educamos.
  • Enseñar con claridad cosas concretas.
  • Dar tiempo de aprendizaje.
  • Valorar siempre sus intentos y sus esfuerzos por mejorar, resaltando lo que hace bien y pasando por alto lo que hace mal.
  • Dar ejemplo para tener fuerza moral y prestigio.
  • Confiar en nuestro hijo.
  • Actuar y huir de los discursos.
  • Reconocer los errores propios.
Pero es muy importante tener en cuenta que para hacer realmente efectivas estas técnicas son absolutamente necesarios dos factores: el amor y el sentido común. Sin ellos no se consigue nada. 



Pablo Pascual Sorribas
Maestro, licenciado en Historia y logopeda. 





      Todas estas recomendaciones pueden ser muy válidas para  tener autoridad positiva o totalmente ineficaz e incluso negativa. Todo depende de dos factores, que si son importantes en cualquier actuación humana, en la relación con los  hijos son absolutamente imprescindibles: amor y sentido común.  
      El amor supone tomar decisiones que a veces son dolorosas, a corto plazo, para los padres y para los hijos, pero que después son valoradas de tal manera que dejan un buen sabor de boca y un bienestar interior en los hijos y en los padres.  
      El sentido común para aplicar la técnica adecuada en el momento preciso y con la intensidad apropiada, en función del niño, del adulto y de la situación en concreto. El sentido común nos dice que no debemos matar moscas a cañonazos ni leones con resorteras.  Un adulto debe tener sentido común para saber con qué firmeza debe actuar.

JULY


¿Cómo mejorar la comunicación con nuestros hijos?

Me cuesta comunicar con mi hijo, y eso que me intereso mucho por lo que hace, pero nunca sigue mis consejos ni confía en mí cuando tiene problemas." ¿Te has sentido así alguna vez? ¿Crees que necesitas revisar la manera de comunicar con tu hijo? Escuchar atentamente es el primer paso que nos permitirá conocer qué preocupa al niño y cuál es su estado emocional.
Las conversaciones que mantenemos diariamente con nuestros hijos derivan, , en una comunicación abierta o cerrada. La comunicación abierta se basa en la escucha activa y reflexiva tanto de las palabras del niño o joven como de sus sentimientos (expresados verbalmente o no).
En la comunicación cerrada en cambio, la escucha es pasiva. No dejamos lugar para que el niño muestre lo que siente y lo que piensa, y en el caso de que sí se lo permitamos, nos apresuramos a negar sus sentimientos o a infravalorarlos.
Existe una tipología de padres basada en las respuestas que cierran la puerta de comunicación con sus hijos:
  • los padres autoritarios
  • los que hacen sentir culpa
  • los que dan conferencias
  • los que quitan importancia a lo que ha pasado
Mantener una comunicación abierta a lo largo de la infancia y la adolescencia de nuestros hijos nos ayudará a tener menos enfrentamientos con ellos, a mantener un clima de seguridad y confianza mutuas y a sentirnos más satisfechos de nuestra labor de padres. A ellos les ayudará a no sentirse solos, a sentirse valorados y reconocidos, a reafirmarse en su vida y a ser personas emocionalmente estables.

Carmen Herrera García
Profesora de Educación Infantil y Primaria 






JULY




Tener un mal día y descargar el mal humor en los hijos

Hemos tenido un mal día en el trabajo, entramos en casa y lo encontramos todo patas arriba: el suelo lleno de juguetes mientras nuestro hijo juega con el mando a distancia. No ha hecho ninguna de las tareas que le habíamos asignado y, entonces, nuestro mal humor estalla de manera desmesurada. ¿Cómo podemos evitar herir al niño con nuestras palabras? ¿Puedo convertir el mal humor en un discurso instructivo?
Las palabras tienen el don de perdurar larga y venenosamente en la memoria. Y lo peor es que algunos niños las resucitan más tarde para esgrimirlas como armas contra sí mismos.
Enfadarse o sentir ira no es negativo en sí mismo. Son sentimientos inherentes a la naturaleza humana de los cuales todos participamos en un momento u otro. Lo difícil es sentir enfado, ira o furia sin dañar a la persona que tenemos delante, y, seamos honestos, nuestros hijos cargan a menudo con elevadas dosis de malhumor que le corresponderían a nuestro jefe, a la economía o al dolor de espalda.
Carmen Herrera García
Profesora de Educación Infantil y Primaria 


La dedicación a la familia en estos tiempos es algo que nos cuesta mucho, pero ahí estamos luchando entre nuestros compañeros de trabajo y la defensa de nuestro hogar. Personalmente cuando llego a casa me olvido de la escuela  y trato de ver a mi familia e interactuar con ella en alguna actividad, pero cuando tengo un mal día, llego a casa y le digo a mis hijos que he tenido un mal día y que me den unos segundos de espacio para no afectarlos.

JULY






¿Los premios y los castigos son educativos?

"Si apruebas el examen te compro un regalo", "No, hoy no ves la tele, estás castigado". ¿Te suenan? A veces ya no sabes qué hacer para que tu hijo se comporte de una determinada manera. Es entonces cuando recurres al premio o al castigo, aunque no siempre son eficaces ni actúan de manera inmediata. En todo caso, se trata de recursos que debemos emplear con prudencia para que den resultados.

Tener autoridad, que no autoritarismo, es básico para la educación de nuestro hijo. Debemos marcar límites y objetivos claros que le permitan diferenciar qué está bien y qué está mal, pero uno de los errores más frecuentes de padres y madres es excederse en la tolerancia. Y entonces empiezan los problemas. Hay que llegar a un equilibrio, ¿cómo conseguirlo para tener autoridad?
La autoridad es un valor en alza que los padres conscientes deben procurar tener. Se consigue y se pierde en función de las actuaciones concretas en relación con los hijos.
La permisividad, ceder después de decir no, el autoritarismo, la falta de coherencia entre la pareja y con uno mismo, gritar, perder los estribos, no cumplir las promesas ni las amenazas, no negociar, no escuchar y exigir éxitos inmediatos son actuaciones que debilitan la autoridad.
Estos son los principales errores que, con más frecuencia, debilitan y disminuyen la autoridad de los padres:
  • La permisividad
  • Ceder después de decir no
  • El autoritarismo
  • Falta de coherencia
  • Gritar. Perder los estribos
  • No cumplir las promesas ni las amenazas
  • No negociar
  • No escuchar
  • Exigir éxitos inmediatos



Actuaciones concretas y positivas que ayudan a tener prestigio y autoridad positiva ante los hijos:
  • Tener unos objetivos claros de lo que pretendemos cuando educamos.
  • Enseñar con claridad cosas concretas.
  • Dar tiempo de aprendizaje.
  • Valorar siempre sus intentos y sus esfuerzos por mejorar, resaltando lo que hace bien y pasando por alto lo que hace mal.
  • Dar ejemplo para tener fuerza moral y prestigio.
  • Confiar en nuestro hijo.
  • Actuar y huir de los discursos.
  • Reconocer los errores propios.


Pero es muy importante tener en cuenta que para hacer realmente efectivas estas técnicas son absolutamente necesarios dos factores: el amor y el sentido común. Sin ellos no se consigue nada. 
Premios y castigos, aunque afectan sólo a la conducta externa y, por tanto, pueden no influir en la personalidad íntima, generan un ambiente que facilita la comunicación entre las personas de la familia o mejora las capacidades de la persona. Ambos aspectos son elementos facilitadores de la educación. ¿No es cierto que será más fácil la educación de los hijos si, con ayuda de algún premio y algún castigo, conseguimos que mantengan el orden en sus cosas y usen ciertos modales? ¿No será lo mismo si conseguimos que estudien y mejoren su capacidad de razonamiento?
José María Lahoz García
Pedagogo (Orientador escolar y profesional), 
Profesor de Educación Primaria y de Psicología 
y Pedagogía en Secundaria 


Es buenísimo este artículo pues habla de lo que debemos y no debemos hacer con nuestros hijos o alumnos, nos facilita las medidas que debemos tomar y las posibles respuestas conductuales que caben esperar en respuesta a cualquiera de nuestras decisiones.

JULY



"Paso de este rollo"
Cuántas veces hemos oído expresiones como "no me apetece hacer eso", "me cansa tal cosa" y, sobre todo, "no me gusta estudiar, paso de estudiar". No sabemos qué hacer para cambiar las cosas, pero somos conscientes de que estos comportamientos pasivos y caprichosos se tienen que eliminar. Es fundamental que nuestro hijo aprenda a esforzarse para conseguir objetivos. De esta manera, entenderá que quien quiere algo debe trabajar para obtenerlo.
Algunos niños y adolescentes presentan pautas de conducta propias de personas inmaduras y que se caracterizan por ser egocéntricas y caprichosas, con una notable falta de capacidad de esfuerzo y de visión de futuro.
Desde muy pequeños pueden observarse conductas sintomáticas que deben despertar la alarma de los padres:
  • Intentan salirse con la suya, se quejan de todo
  • Sólo comen de lo que les gusta
  • No tienen en cuenta las normas de convivencia y de educación
  • No obedecen si no es en última instancia
  • No hacen sus tareas escolares
  • Muestran descuido y desorden
  • Suelen ser impuntuales.
Para lograr que nuestros hijos sean emprendedores y constantes hace falta un adecuado entrenamiento que se basa en dos estrategias:
  1. Enseñarles a resistir, que significa enseñarles a perseverar a pesar de que la tarea canse o sea desagradable.
  2. Enseñarles a emprender, que supone enseñarles a proponerse metas valiosas y a perseverar para alcanzarlas. Nuestra ayuda consistirá en:
·         Mostrarles metas en función de valores personales, sociales y religiosos.
·         Lograr acuerdos o compromisos explícitos con los hijos, especialmente sobre estudios y formas de conducta.
·         Ayudarles a perseverar en lo decidido con nuestra exigencia.
·         Mantener nuestra exigencia con constancia.
José María Lahoz García
Pedagogo (Orientador escolar y profesional), 
Profesor de Educación Primaria y de Psicología 
y Pedagogía en Secundaria 

Afortunadamente no todos los adolescentes son así ni, en caso de que así sean, es una situación irremediable. Es posible conseguir que nuestros hijos no crezcan como personas egocéntricas y caprichosas. Naturalmente, como en tantas facetas de la vida, será más fácil prevenir que curar. Dicho con otras palabras, nuestros hijos deben ser personas capaces de esforzarse para conseguir sus objetivos, y cuanto antes nos pongamos a la tarea más eficaz y fácil será.
JULY


Preparados, listos, ¡ya!

Preparados para jugar, para trabajar en equipo, para obtener alegrías o aceptar derrotas. El deporte contribuye a formar la personalidad de nuestros hijos, potencia su desarrollo físico y les enseña a relacionarse con los demás. En definitiva, representa una especie de mundo en miniatura donde el niño ensaya comportamientos que le servirán en el futuro. Fútbol, natación, baloncesto, judo, tenis, gimnasia rítmica... hay una larga lista para decidir.
Los deportes de equipo (fútbol, baloncesto, balonmano) ayudan a nuestros hijos a no pensar exclusivamente en ellos ni en el éxito personal sino en la unidad del conjunto. Lo importante no es quién marca los goles o quién encesta la pelota sino el compañerismo, hacer amigos, contar con el apoyo del otro. Si cada uno va por su lado, el resultado puede ser un partido ganado, pero nuestros hijos no habrán aprendido que el espíritu deportivo es mucho más que eso, es aprender que lo más importante no es uno mismo, sino todos, y que compartir es más importante que disfrutar en solitario.
  • Los deportes ayudan a nuestros hijos a desarrollarse físicamente pero también les hacen mejorar como personas. Son un medio para hacer amigos, para aprender a respetar a los demás, para comprender que la unión hace la fuerza y que la mayoría de las veces (aunque sea un tópico) lo importante es participar.
  • Los deporte de equipo, la práctica individual o las competiciones no son más que la vida cotidiana en miniatura, donde tenemos que trabajar en equipo, hacer tareas individualmente y presentar un trabajo a tiempo. El comportamiento y la actitud que enseñemos a nuestro hijo a tener en el deporte será una réplica de lo que hará en su vida adulta.

  • Nuestro ejemplo y nuestro aliento serán muy importantes para que nuestro hijo se interese por el deporte y lo vea como una actividad gratificante y llena de recompensas. Animémosle a disfrutar de una mente sana con un cuerpo sano.


Elena Roger Gamir
Pedagoga 

Me parece acertado, para aquellos papás cuyos hijos ya practican algún deporte de manera formal. Buenos consejos para aquellos que se apasionan y presionan como si fueran a ir a las próximas Olimpiadas


JULY



¡Hoy tengo partido!"
"¿Ya tienes preparada la bolsa de deporte? ¿Has cogido la toalla? ¿Quién juega de portero? ¿Que no ha llegado el entrenador?"... ¡Uf! Se podía haber dedicado a otra cosa, pero al final todos nos empeñamos en que hiciera deporte y ahora empieza el campeonato y ya no vivimos. Total, pierden dos de cada tres partidos pero… en fin, lo importante es participar, ¿no? Pues venga, a participar.
Entrar en el circuito de los deportes de equipo significa replantear el tiempo de ocio de toda la familia.
Nuestro hijo deseara que vayamos a verlo jugar y nosotros hemos de procurar no defraudarle. Al principio supondrá un esfuerzo organizar nuestro tiempo y dedicar atención a un nuevo aspecto que hasta entonces no entraba dentro de nuestra cotidianidad.
También tendremos que aprender a ser animosos y respetuosos con el deporte que elija nuestro hijo y a no entorpecer su práctica.
Practicar un deporte le servirá a nuestro hijo para aprender a compartir con un grupo objetivos comunes, a expresar emociones (de alegría ante la victoria o de tristeza ante la derrota), a enfrentarse a los éxitos y las derrotas, y a comprender que el esfuerzo y la preparación son un paso previo a la consecución de una meta.
Josep Manuel Rafí Roig
Padre de familia 



Introducirse en un deporte de equipo es bueno en muchos aspectos. Realmente requiere un sacrificio por nuestra parte, pero, por experiencia, sólo por la recompensa, vale la pena.

JULY


Padres sobreprotectores

Para que los niños tengan un buen desarrollo emocional, necesitan sentirse queridos y cuidados por sus padres; sin embargo, un exceso de protección puede traer más problemas que ventajas.
Actualmente, muchos padres han pasado de un modelo de paternidad exigente, autoritaria y distante a otro mucho más protector.
Si bien es cierto que los niños necesitan del cariño de sus padres para sentirse seguros y queridos, el estar absolutamente pendientes de ellos, convirtiéndolos en el centro de todas nuestras atenciones, da como resultado una sobreprotección que pone en peligro su desarrollo.
Los padres sobreprotectores tienden a:
  • Disculpar todos los errores y tropiezos de sus hijos poniendo las culpas en compañeros y maestros.
  • Evitarles situaciones que piensan pueden resultarles conflictivas o difíciles de resolver.
  • Anticiparse a las demandas de sus hijos, procurándoles todo tipo de juguetes, atenciones y distracciones antes de que ellos mismos las soliciten.
  • Fomentar conductas más infantiles de las que corresponden a su edad.
El resultado de este tipo de relación es que los niños tienen poca seguridad en sí mismos, una baja autoestima, una gran dependencia de sus padres, muchas dificultades a la hora de tolerar las frustraciones y se convierten en pequeños insaciables que no saben valorar nada de lo que tienen.
Lourdes Mantilla Fernández
Psicóloga clínica 




El artículo me parece interesante pero creo que sería conveniente analizar las causas que impulsan a las familias a envolver a los niños en algodones. En mi opinión, intentamos a veces compensarles por el poco tiempo que pasamos con ellos. En otras ocasiones, quizás les transmitimos inconscientemente nuestros temores a lo desconocido, la enfermedad, etc. Si asumimos que la sobreprotección empieza por algo que falla en nosotros quizás resulte más fácil evitarla y dejar que los niños crezcan por dentro y por fuera.

JULY
                                       


Importancia del Modelo Paternal


La principal forma en que los niños aprenden el cómo un hombre debería comportarse en una relación, es observando al padre o modelo paternal. Este artículo va dirigido especialmente a los padres o figura paterna, queriendo dejar algunos consejos en vista de la relevancia que tiene el proceso de modelamiento y su impacto en el futuro comportamiento de sus hijos.
Sus hijos poseen una extraordinaria agudeza de la observación y atención en la manera que usted interactúa con su pareja o la madre de sus hijos, incluso si no vive con ella. Gran parte de los divorcios y violencia doméstica le suceden a hombres y mujeres que crecieron desprovistos de un modelo paternal de relación compasiva y contenedora.
Quizá como padre o futuro papá, se ha preguntado cómo influir en la forma en que usted quiere que sus hijos sean tratados en el futuro y la manera de cómo traten ellos a quienes aman.
Estimados padres, en sus manos está el constituirse como  factores protectores en el desarrollo de sus hijos.
 Aquí algunos consejos:
Valore a la madre de sus hijos. Los hijos se valoran a sí mismos y a los demás en la medida que sienten que su padre y madre se valoran uno al otro.
Cooperación. Muéstrele a sus hijos cómo participar voluntariosamente en una tarea, en la resolución de problemas y el logro de objetivos.
Visión en perspectiva. Puede resultar muy beneficioso el mostrar a sus hijos la importancia de respetar las diferentes perspectivas que tienen las personas que ellos aman, incluso si hay desavenencias entre éstas.
Un concepto que implica los anteriores es la Negociación. Muestre a sus hijos cómo trabajar para solucionar las cosas respetando las perspectivas de otros.
Incentive la Inventiva: el nunca parar en el intento de hacer las cosas de mejor forma.
Motivación para mejorar: afrontar las desavenencias o desacuerdos con una actitud de reconciliación.
Buenos deseos: aprender actitudes positivas junto a las personas que sus hijos aman, aumentará la probabilidad de que ellos tengan buenas relaciones con otros. Piense positivamente acerca de su pareja y dele el beneficio de la confianza de su propio criterio.
Compasión: un concepto fundamental a modelar en sus hijos. Significa el reaccionar con empatía, protección y voluntad ante el dolor, ansiedad o displacer de sus pareja. Reconocer que su pareja es diferente a usted, que tiene su propio carácter y temperamento, diferentes experiencias de vida, creencias, valores y preferencias.
Afecto: El mostrar afecto junto a la madre de sus hijos, puede hacer que ellos se sientan más seguros.
Invertir en la relaciones: las relaciones saludables requieren la demostración con hechos del cuidado del uno al otro.
 Sin la pretensión de dar una guía para ser “buen padre”, invito a revisar estos breves tópicos y evaluar qué impacto tendrían en la formación valórica de sus hijos y de qué forma los protegería en pos de establecer relaciones saludables.
Escrito por Ignacio Peña Lang
Psicólogo Clínico




La adolescencia y sus cambios
Un reportaje que abarca los cambios físicos, psicológicos y sociales que se producen en la adolescencia


La etapa de la “adolescencia” es un momento en la vida que todas las personas transitamos. Es el periodo de la vida que se da entre la niñez y la edad adulta, donde la sexualidad comienza a madurar.
Cuando una persona inicia esta etapa, que generalmente comprende el periodo entre los 11 y 16 años, varios son los cambios que comienza a experimentar, los cuales los podemos agrupar en cambios físicos, psicológicos y sociales. En cuanto a la edad de esta etapa, vale aclarar que no podemos hablar de edades precisas, ya que el inicio a la pubertad (tiempo de cambios hormonales donde las características físicas y sexuales maduran) depende de varios factores que son diferentes para cada persona; genes, género, nutrición, etc.
 Cambios psicológicos de la adolescencia se dirigen a tres cuestiones generales:
1.     A la propia identidad
2.     A la relación con su familia y las demás personas
3.     A lo que quieren ser
Con esto queremos decir que en la adolescencia las personas desarrollan un pensamiento más analítico y reflexivo. Hay un mayor aferramiento a las ideas propias y un mayor cuestionamiento a las ideas y pensamientos de los más grandes; padres y profesores en mayor medida. Situación ésta que puede desembocar en problemas y discusiones, por ello apelamos al dialogo y al entendimiento mutuo, para hacer de la adolescencia una etapa positiva.
Este tipo de pensamiento también conduce a una modificación de las relaciones, donde los nuevos adolescentes afianzan las relaciones con amigos, alejándose un poco de las personas adultas. Así mismo, producto de estos actuares y cambios, los adolescentes comienzan a pensar en su futuro, en lo que quieren hacer, lograr o conseguir. Primero suelen ser cosas más utópicas, que luego se van modificando a medida que se es más realista, aclarando un poco más lo que quieren ser en el futuro y cómo conseguirlo. De esta forma van dando respuesta al ¿Quién soy? Y ¿Quién quiero ser?
A medida que los cambios físicos y mentales se van sucediendo, el adolescente comienza a cuestionar lo establecido y a preguntarse por su propia existencia y las características de la misma. Lo peculiar es que responde a esos interrogantes a partir de lo que arroja su contacto con otros. El hombre es un ser en relación y en tanto tal necesita de sus pares para desarrollarse. Es en la adolescencia, cuando el proceso de identificación, que actúa como cimiento para la construcción de la identidad, se produce a partir de la interacción con personas de la misma edad. Surgen así, diversas conductas según se esté “dentro” o “fuera” del grupo de pertenencia. En relación a esto último, muchas veces el adolescente desarrolla prácticas inusuales y riesgosas para su integridad con tal de “formar parte”.
JULY





Cambios Sociales en la Adolescencia
Este tipo de cambios se encuentran en una íntima relación con los cambios psicológicos. El querer pertenecer, el querer ser parte y el querer ser aceptado, conduce a los adolescentes a nuevas situaciones sociales y un cambio en las relaciones.
La relación con sus padres ya no va a ser la misma que cuando éstos eran niños. Por el contrario, se va a producir un distanciamiento de ellos, pudiendo ser lastimoso para ambas partes. Pero los nuevos adolescentes van a querer pasar más tiempo con aquellos que estén viviendo una situación similar, pasando, de esta manera, a afianzar su grupo de amigos.
Este cambio en las relaciones puede ser que se torne disgustoso para con los mayores. Esto es porque los adolescentes comienzan a cuestionar más cosas, llegando a ser muy desafiantes en algunas situaciones donde los padres quieran imponer límites o marcar pautas y ellos se sientan incomprendidos.
Bárbara Hirtz 


Esta etapa de la vida puede ser hermosa como traumática, pueden ser los años más felices de una persona como los más tristes de otra. Todo aquel que esté en contacto con algún adolescente debe saber que su papel es importante, debe saber respecto estos cambios y cómo ayudar al nuevo adolescente. Aparte, quienes ya pasamos esta etapa sabemos muy bien lo difícil que puede ser para algunos chicos el integrarse y el ser parte aceptada. En este punto, los familiares y mayores deben afirmar los valores del compañerismo y respeto en el adolescente, como también ayudarle en estos cambios importantes de su vida.
JULY
 




Los adolescentes y sus cambios emocionales


Los niños pequeños no pueden pensar en el futuro demasiado, pero los adolescentes sí pueden y suelen hacerlo con frecuencia-lo que resulta en que se preocupen por el futuro. Algunos podrían preocuparse excesivamente de:


·   su rendimiento en la escuela
·   su apariencia, su desarrollo físico y su popularidad;
·   la posibilidad de que uno de sus padres fallezca
·   ser hostigados en la escuela;
·   la violencia escolar;
·   no tener amigos;
·   las drogas y el alcohol;
·   hambre y pobreza en el país;
·   fracaso en obtener empleo;
·   bombas nucleares o ataques terroristas en el país;
·   el divorcio de sus padres; y
·   la muerte.

Algunas transformaciones emocionales que se experimentan tienen relación con los cambios dados por el crecimiento físico. Se puede manifestar ambivalencia, es decir, sentimientos opuestos. El adolescente, por ejemplo, quiere ser independiente, valerse por sí mismo, y de manera inconsciente le asusta la idea de serlo; quiere llamar la atención y, al mismo tiempo, le apena. Esto provoca los cambios de humor repentinos. Es un periodo en el que predominan los afectos y apasionamientos.
Uno de los cambios importantes que se dan en la personalidad durante la adolescencia es el desarrollo de la seguridad personal: aspecto primordial en la vida.
Durante la adolescencia se adoptan actitudes y comportamientos que obedecen a nuevas necesidades físicas y emocionales.

 Para superar la adolescencia es necesario conocerse bien y tratar de definir un carácter que conduzca hacia un desarrollo personal pleno y maduro. Para lograrlo es conveniente explorar los pensamientos y los sentimientos y aprender a tomar decisiones analizando sus consecuencias y considerando la opinión de los padres, hermanos y maestros, ya que su experiencia es una buena orientación.


Como te darás cuentas en esta etapa de la vida surgen cambios muy importantes que te darán la pauta para ser una persona distinta a las demás, ya que estarás formando también tu propia identidad. Es importante que durante ella cuentes con personas a las que aprecies de tal manera que puedas contarles todas tus inquietudes, pero sobre todo que sepan darte un buen consejo para guiarte en esta etapa de la vida. No olvides que puedes encontrarlas en tu familia, en la escuela o en algún adulto que sea importante para ti.    JULY




DESARROLLO PSIQUICO INFANTIL

El niño es un ser en evolución permanente, con grandes cambios que se operan en tiempos cortos. El desarrollo afectivo se realiza en la interrelación del niño con su ambiente, especialmente el humano (desde la vida intrauterina está unido íntimamente con la madre, con la que intercambia elementos vitales). Poco a poco se estructuran, se incorporan y hacen propios, emociones y sentimientos. Puede existir daño por carencia o por exceso.

El desarrollo infantil ha sido objeto de diversos estudios con variada orientación y según la doctrina psicológica de cada autor. Intentaremos un esquema descriptivo en concordancia con las escuelas de psicología más conocidas: la de J. Piaget, H. Wallon y la psicoanalítica de S. Freud.
Durante el primer año, las reacciones emocionales están ligadas a la presencia de la madre.
Entre el primer y tercer año se adquieren el lenguaje y la marcha, que lo llevan a explorar el mundo; las respuestas emocionales se tornan más adaptadas y variadas. Se hacen adquisiciones psicomotoras y se estructuran lazos afectivos. El niño tiende a independizarse. También en este período ocurre el aprendizaje del control esfinteriano. La conducta del niño dependerá en gran parte de la actitud de los adultos. El Yo va configurándose dentro de un mundo del cual el niño forma parte.

By Karen Martinez Tinajero
MARCELLI D. Manual de Psicopatología del niño. Edit. Toray, 1982.

EL niño debe explorársele, tratando de romper las barreras de la inhibición. Una buena técnica es a través del juego y del dibujo libre, para después llegar al diálogo directo cuando el lenguaje del niño lo permita. Si el problema tiene relación con la vida escolar, debe establecerse comunicación con los profesores; cuando tenga relación con la salud física,
JULY